aladuria
Estamos muy acostumbrados a mirarnos con cierta imagen de humildad denostadora y, a menudo, no nos decimos nada bueno. Tenemos vetado el campo de decirnos: “¡qué bien hago esto o aquello!”. No solemos decirnos eso pero no tenemos problemas en juzgar oscuramente nuestros actos emotivos espontáneos y resuena dentro de nosotros “Tenía que haber hecho esto en vez de aquello”.
Y me dijo:
“La perfección es una palabra que puedes poner antes o después de saltar.
Si la pones antes, harás que los demás sean felices.
Si la pones después, te harás feliz a ti y a quienes amen tu corazón”.
Lo único perfecto es lo que se comparte.
Si para mí, ser creativo es despuntar frente a los demás, hacer que el grupo me diga lo maravilloso que soy y que todos se asombren con mis habilidades, entonces estaré preguntando, en esencia, otra cosa. Estaré preguntándome cómo ser increíble frente a los demás usando mi ingenio, pero no cómo ser creativo.
Pueden ser cometas, pueden ser anclas, pueden ser palabras que nos eleven o palabras esclavistas. Las palabras tienen memoria y no son arbitrarias ni tampoco inocentes. “No hay palabras neutras” decía mi compatriota Galeano, siempre están mirando a algún lugar. Es menester saber si el lugar al que miran nos suma o nos resta vida.
Como decía, la escuela trata a la infancia como un peaje, como una etapa de preparación para ser adulto, pero no como una etapa en sí. La escuela no trata la infancia como un espacio propio del ser humano en el que está germinando una existencia independiente al ser una adulto trabajador.
Verse en el otro. Dejar que entren sus palabras, su mirada, su hiriente verdad. Ser capaz de soportarlo. De aparcar orgullo. De sentir que todo lo previo era tan solo una mentira. Un actor fatigado. Exhausto. Carente de amor, de caricias. Sentir la palabra del otro y dejarla entrar. Dejarse ir con ellas. Sentir que […]
En la Aladuría nuestra esencia vaga a menudo confusa, como el vuelo de una mariposa que aletea de un lado para otro, envuelta en un rumbo acelerado, sin un claro destino, recorre el espacio vistiéndolo todo de un hipnótico trazo. No le interesa llegar a ningún puerto, y gracias a esa no deseo de llegar, […]
En la escuela, las preguntas siempre van dirigidas a que el niño responda y eso le impide ser capaz de jugar con sus bosquejos internos; eso hace imposible que su esencia salga a explorar y a bailar. A nuestra esencia no le interesan los caminos rectos, no le interesa la prisa del otro ni el deseo de cerrar una puerta. Nuestra esencia siente que, cuando cierra una puerta, una parte de ella muere. No le interesa sentenciar ni atar; le interesar dar vueltas, mezclarse, jugar, besar, palpar, recorrer y ser libre. Nuestra esencia quiere poder desligarse de lo antiguo y transitar hacia una nueva forma.
¿Cómo puede ser que tengamos miedo de la soledad? Estar en soledad no es estar solo. Estar en soledad es compartir espejo contigo mismo y estar solo es ser invisible en la multitud. La soledad es el espacio más importante de tu vida, el espacio donde estar con tu otro yo esencial. En esos instantes […]
Así pues, Aladuría es ver un obstáculo, un piedra en el camino y: Observarla, sentirla, conocerla, reconocerla y sentir la dificultad que asoma; pero sólo el tiempo necesario para no relamer su imposibilidad hasta que se convierta en ego y entonces, forma y fondo se confundan con la identidad de quien mira.