Ensayos
Estamos muy acostumbrados a mirarnos con cierta imagen de humildad denostadora y, a menudo, no nos decimos nada bueno. Tenemos vetado el campo de decirnos: “¡qué bien hago esto o aquello!”. No solemos decirnos eso pero no tenemos problemas en juzgar oscuramente nuestros actos emotivos espontáneos y resuena dentro de nosotros “Tenía que haber hecho esto en vez de aquello”.
Habitualmente, en las sesiones de terapia, me encuentro con algo que es viejo conocido mío: Saber pedirle a tu pareja. Cuando hablamos de saber pedir, hablamos de algo más profundo y potente pues, en realidad, quien sabe pedir se está abriendo a la experiencia del saber recibir.
¿Ves aquello sómbrico, aquello que habita como ausente, que se viste como al ras, cortado por un gélido lazo de espesura y niebla?, ¿lo ves?, ¿lo sientes? Se deja conocer porque tras su rostro asoma un engranaje a priori inmóvil; carga sobre su espalda una densa capa de palabras indecibles, huele a desconocido, a imposible […]
El Arte necesita cuidado. Como la infancia, la vejez, los estudiantes, los trabajadores… las personas en general. El Arte necesita no estar al servicio de la venta y el comercio. Necesita no ser es el espejo de lo que la Sociedad grita. Porque el Arte, por mucho que duela… no está al servio de la […]
Pasa a menudo que tomamos una decisión y por alguna extraña causa, el eco de ese impulso nos acompaña durante un tiempo. Asoma a través de las preguntas ¿habré hecho bien? ¿ Es esto correcto? Sin duda, tomar una decisión trae una factura asociada, una abanico extenso que en forma de juicio nos sitúa en […]
En la escuela, las preguntas siempre van dirigidas a que el niño responda y eso le impide ser capaz de jugar con sus bosquejos internos; eso hace imposible que su esencia salga a explorar y a bailar. A nuestra esencia no le interesan los caminos rectos, no le interesa la prisa del otro ni el deseo de cerrar una puerta. Nuestra esencia siente que, cuando cierra una puerta, una parte de ella muere. No le interesa sentenciar ni atar; le interesar dar vueltas, mezclarse, jugar, besar, palpar, recorrer y ser libre. Nuestra esencia quiere poder desligarse de lo antiguo y transitar hacia una nueva forma.
A: – Ahora mismo termino un master en Psicología Transgeneracional y empiezo otro de Pedagogía Waldorf.
B: -Vaya, qué bien. -le respondo – ¿Llevas muchos ya, no?
A:- Sí -me responde -Es mi cuarto master. Llevo toda mi vida estudiando.
B: -¡Ah! ¿Y para qué?
A: – No sé, la cosa está muy mal; mientras espero que llegue el trabajo me sigo formando. Cuanta más formación tenga más posibilidades tendré de encontrar un trabajo que me guste.
Tener sueños es fácil, lo complicado es sostenerlos en el tiempo y serán innumerables las situaciones, personas y/o contextos que nos harán tener la tentación de abandonarlos. Desde luego, es más fácil rendirse que luchar, lo que es difícil es saber lidiar con las consecuencias de esas decisiones: la primera lleva al remordimiento y la culpa y la segunda al dolor y el crecimiento. Parece que quien no dedica tiempo a desarrollar su luz, tendrá que dedicarlo a calmar sus sombras.
Yo creo que esta pregunta abre dentro de nosotros una suerte de guiño que nos hace sentir que algo ha pasado en nuestro camino para dejar de creer que somos creativos. Puede ser que nos hayan dicho que lo nuestro no valía o que nuestra expresión creativa nunca tuviera la aceptación que necesitábamos por parte de los demás.
Me llaman la atención aquellas terapias o encuentros en los que el terapeuta nos aconseja y habla por nosotros, diagnostica y analiza. Es muy fácil, piensa uno como profesional, decir lo que “cree que el otro debe oír”, mostrarle nuestro arsenal de frases de “Facebook” y hacer que su prurito mental quede satisfecho. Pero no es así, ni tampoco debe ser así.